Hace algunos años me encontré con esta imagen que me hizo reflexionar sobre las esperas, si ese tiempo que pasamos aguardando a que las cosas suceden como nosotros quisiéramos, y la verdad es que muchas cosas pueden pasar en ese tiempo.
La espera siempre ha sido un detalle que cuesta mucho, desde que nacemos nuestros padres esperan a que nosotros nos podamos valer por si mismos, más allá de sus cuidados; esperamos el autobus, la salida al recreo, los años de escuela para terminar los estudios, esperamos encontrar un trabajo o poner en práctica nuestros conocimientos, esperamos al amor de nuestra vida, esperamos tener cosas, en fin, tantas cosas que esperamos…
Pero en ese tiempo se nos va la vida. Ese tiempo que gastamos esperando en realidad es mucho y muchas veces las cosas que esperabas no llegan o suceden de forma diferente. Esperar esperando, en calma, es perder el tiempo nada más.
Desde entonces comprendí que si vas a esperar algo lo mejor es que no te ocupes solo de ellos sino que también te ocupes de vivir tu vida, por que eso es lo que realmente cuenta, nuestros días realmente vividos.
Es difícil contar los días en el calendario para que suceda lo que queremos, eso cuando no depende de nosotros que las cosas se realicen para ya. Es difícil mirar los caminos largo y pensar que no sabes si algún día llegarás al final de ellos. Pero para algunas cosas en la vida no queda otra opción más que esperar.
Cómo esperar viviendo
Pero lo más importante es saber aprovechar ese tiempo que se te va esperando, ese tiempo si lo pierdes debes estar consciente que no lo vas a recuperar jamás. Así que vale la pena conocer que la vida siempre sigue aunque te encuentres esperando.
La clave es hacer también otras cosas que te motiven o alegren mientras esperas, cosas que te hagan sentir que has aprovechado de verdad tu tiempo.
Mientras estoy en la sala de espera de un hospital saco mi teléfono móvil y me pongo a leer algunas cosas que tengo pendiente de revisar o busco también nuevas ideas sobre cosas que escribir en algún blog. No puedo acelerar la espera, pero si puedo usar ese «tiempo muerto» para otras cosas productivas.
Algunas lecciones las aprendes con el tiempo. Aprender a esperar y vivir al mismo tiempo es una de ellas. Mientras más rápido lo comprendas, mejor.